viernes, 21 de abril de 2017

ANTOLOGÍA 2016: CRÓNICA DEL ABUELO DE MI TATARABUELO




CRÓNICA DEL ABUELO DE MI TATARABUELO

Me enfrenté a las manecillas del reloj
cuando el alba era una luna en flor,
antes que se ahogaran los esqueletos
y las mariposas en mi llameante juventud.

Entonces decidí alejarme, para conquistar la tierra prometida,
dejando para siempre el verdor, el áspero oleaje
de mi Cantábrico mar, y el ámbar de un atardecer;
enderecé mi vista, las nubes ardían.
Junto con dos de mis hermanos, recorrí los paisajes de España
desde el norte hacia el sur, donde acababa el mundo;
ahí, nos embarcamos con rumbo a las Canarias.

Partí hace siglos, crucé el océano bajo la tormenta
y con la claridad de la esperanza.
Dejé para siempre las montañas, mi ancestral lengua, mis padres,
y así llegué a una gran isla, esbelta, sin indígenas,
húmeda de lágrimas, lágrimas del fin del mundo.

En el muelle, los barcos vomitaban su aciago presente,
seres bautizados por la noche, todos sedientos,
muchos enfermos, sin brillo en sus ojos;
eternos como el tiempo, su dolor, un costal sin origen;
su idioma, una pared desnuda. Su vida valía lo que vale
un caballo y, quizá, exagero.

Después, llegué a un continente donde la plata y el oro
eran la soñada ubre; la inmensa extensión me saludó,
un buen sabor de boca recorrió la mañana,
mi íntimo laberinto súbitamente desapareció.

Me convertí en minero, mis hermanos siguieron su rumbo
hacia el sur; con ellos, se marchó el viento.
Escuché dialectos desconocidos en las entrañas de Zacatecas,
eran indígenas que la mayoría ignoraba, taciturnos, cantaban.
Yo solo pensaba en tener un espacio tan grande
como mi Euskadi querida, viví en pos de ese milagro,
a veces, tuve hambre. 

Aquí, encontré todos los climas, todos los paisajes,
busqué mujer, tuve hijos morenos, trabajé aun de noche
y, así como se secan los árboles, con mis recuerdos a cuestas,
un día, cerré mis ojos para que tú, descendiente mío,
muchos siglos después, los abrieras,
sacando esta tierra de mi pecho
para sembrar con mis palabras el universo.

Enrique Fernando Arauz Flores
Médico y poeta
PUERTO VALLARTA, JALISCO (México)
(X Antología)

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