LA VIGOROSA MÚSICA DEL CASTELLANO
Decía Julián Marías que los idiomas suponen una forma de
instalación en la realidad: corresponden a una manera de ver el mundo. Quizá
desde un punto de vista fonético nuestra lengua sea un poco áspera. Tan solo
cinco sonidos vocálicos, pronunciados con firmeza: a, e, i,
o, u. Nuestras consonantes son fuertes, como la j, herencia andalusí tan hermosa. Además, en la mayor parte de la
península la pronunciación tiene escasa variación tonal (salvo en la
interrogación y exclamación), lo que le hace parecer dura y seca, como el
invierno en Soria o el calor del verano en la Mancha. Esta aspereza, sin
embargo, es la de la cáscara de una semilla: al germinar estalla de vida. Y lo
que pudiera parecer acre como el polvo en el camino, resulta ser polvo
enamorado en Quevedo, licor suave en Lope, majestad en los labios de Alonso
Quijano y sabiduría serena en Sancho.
Y es una semilla recia, que al ser sembrada en América
creció robusta y bella como la ceiba y el jagüey. Y así adquirió tonos vivos y
nuevos, que son ya tan nuestros como los dedos de la mano. Al latín, a la
lengua de los godos y al árabe se añaden ahora el quechua, el mapuche y tantas
otras lenguas hermosas como las plumas de color de Quetzalcóatl y Kukulkán. El
habla se suaviza y aparece nuevo ritmo en medio de la sinfonía. Al hablar recio
de Castilla, al tono vascuence y navarro, a la gracia y expresión del acento
andaluz se suma ahora la cálida melodía del Caribe, el sonido profundo de los
Andes y la Patagonia, la fuerza de las conjugaciones porteñas.
Volviendo con Marías: si las lenguas son una manera de
instalación, nuestra lengua ensaya un modo vigoroso y diverso de sentir la
realidad. Es un mosaico de luces, una experiencia grávida de historia. Hay que
alimentarse de esta savia nutricia, echar raíces en tan fértil tierra: quizá
sea una buena propuesta sobre cómo «facer Españas» en los días que corren. Para
finalmente, si nos es concedido, dar fruto y pasarlo a las generaciones
venideras.
Luis Chiva San
Román
Graduado en
Medicina por la Universidad Complutense de Madrid
(XI Antología)
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