«… Da igual. No le cabe
duda de que su… hermano terrícola de almidonada bata, con tenacidad, desentrañará
su sistema de comunicación y descubrirá las proezas del más excelso de los algos
inteligentes, y de seguro las cantará luego a los cuatro vientos de su planeta…»
(Pág. 35, El prisionero del Rif).
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